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Resumen

Las complicaciones estéticas y biológicas conducen con frecuencia a un pronóstico desfavorable de los implantes dentales. A menudo, éstas no pueden tratarse de forma predecible para mejorar el estado o satisfacer las demandas del paciente. En tales circunstancias, hay que plantearse la remoción del implante. Los métodos mínimamente invasivos basados en la ingeniería de torsión inversa son clave para preservar los tejidos blandos y duros periimplantarios en comparación con los métodos tradicionales como fresas o trépanos. En un escenario en el que se desea colocar un implante en el futuro, los enfoques reconstructivos simultáneos deben basarse en la morfología del defecto, así como en las características de los tejidos blandos y duros. Este artículo pretende revisar las estrategias para la remoción de implantes y la gestión del defecto óseo alveolar residual.

Introducción

Los avances en la ciencia de los materiales han contribuido al desarrollo de superficies de implante modificadas para garantizar una oseointegración más rápida con el objetivo de acortar el tiempo de tratamiento y mejorar los resultados comunicados por los pacientes. En general, se han notificado tasas de supervivencia acumulada a largo plazo de entre el 85,5% y el 100% (Jung et al. 2012). Se han notificado resultados similares en escenarios más complejos, como la colocación inmediata/temprana de implantes simultáneamente con intervenciones reconstructivas (Blanco et al. 2019; Chrcanovic et al. 2015; Graziani et al. 2019). Sin embargo, la supervivencia del implante por sí sola ya no se considera una medida de resultado adecuada; en su lugar, la ausencia de complicaciones técnicas/biológicas y la satisfacción del paciente (incluidos los resultados estéticos) han surgido como los resultados de elección. 

La periimplantitis se considera una afección inflamatoria crónica inducida por biofilm bacteriano en huéspedes susceptibles (Schwarz et al. 2018). La definición se basa en criterios composite que incluyen características radiográficas y clínicas como pérdida ósea progresiva, aumento de la profundidad de bolsa al sondaje, eritema, tumor y sangrado profuso al sondaje suave con o sin supuración (Renvert et al. 2018). Se ha demostrado que la periimplantitis progresa de forma acelerada y no lineal (Derks et al. 2016) dando lugar a una gravedad moderada (~50%) (Monje et al. 2019), siendo la pérdida ósea de la tabla vestibular más pronunciada que la pérdida ósea de la tabla lingual (clase IB) (Monje et al. 2019). Estos datos reflejan la complejidad del manejo de la periimplantitis y un pronóstico desfavorable para los implantes dentales en estas condiciones. La periimplantitis es la principal causa de remoción de implantes (Figs 1 - 2) (Gargallo-Albiol 2021).

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Fig. 1: Implante removido de un lecho con infección periimplantaria avanzada. Obsérvese tejido de granulación adherido a la superficie contaminada del implante y microscopía electrónica de barrido (SEM) con restos y cálculo adheridos
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Fig. 2: Los lechos de periimplantitis que presentan supuración espontánea suelen estar asociados a defectos con pérdida ósea avanzada

Satisfacer la estética en implantología requiere que la reconstrucción refleje el aspecto natural de la dentición perdida y los tejidos blandos adyacentes de forma armoniosa (Wittneben et al. 2018). La prótesis sobre implantes está dictada principalmente por el posicionamiento de los implantes. En otras palabras, los implantes mal posicionados debido a una comunicación inadecuada entre el cirujano y el prostodoncista tienen más probabilidades de provocar un fracaso estético. A pesar de los avances en la estética de la porcelana rosa, ciertas situaciones no son manejables estéticamente sin la remoción del implante, incluso en situaciones en las que los implantes están libres de complicaciones biológicas.