Durante mucho tiempo se ha sospechado que la sobrecarga funcional es una de las causas de complicaciones y fracasos en la implantología, sin embargo, existen pruebas sólidas escasas en este sentido. Los efectos perjudiciales de una carga excesiva o adversa pueden manifestarse en el hueso periimplantario o en los componentes mecánicos del implante. Aunque teóricamente es posible, sigue siendo difícil de encontrar una definición objetiva de sobrecarga. Al mismo tiempo, el hueso alveolar tiene una gran capacidad para adaptar su estructura a las fuerzas funcionales. No hay pruebas que sugieran que una carga excesiva o adversa pueda causar pérdida ósea marginal. Por el contrario, la pérdida completa de osteointegración parece posible con un implante ya osteointegrado sometido a una carga adversa, aunque esto rara vez se ha documentado en ausencia de otra patología significativa, por ejemplo, la periimplantitis. La densidad/calidad ósea comprometida también podría ser un factor determinante en tales casos. Pueden surgir complicaciones técnicas debido a cargas excesivas o adversas, que se manifiestan con mayor frecuencia en los tornillos del pilar y de la prótesis, en el recubrimiento y, con menor frecuencia, en el cuerpo del implante y el pilar. Comúnmente, tales complicaciones se asocian a ciertas deficiencias en el diseño, que pueden reducir drásticamente la capacidad de los implantes para soportar cargas funcionales y predisponerlos a problemas técnicos al amplificar los efectos de las fuerzas fisiológicas. Dichos factores suelen estar relacionados con un diseño protésico inadecuado que somete a los implantes a fuerzas laterales adversas y/o un desajuste entre los diferentes componentes.
Toda estructura mecánica que esté destinada a soportar cargas o fuerzas puede sobrecargarse cuando las fuerzas a las que está siendo sometida superan un determinado umbral. Los sistemas biológicos y biomecánicos no son una excepción, por lo que no sorprende que se haya sospechado durante mucho tiempo que la sobrecarga es una de las causas de complicaciones y fracasos en la implantología. Debido a que los implantes son un sistema complejo de tejido humano, de elementos mecánicos y de bacterias (Mattheos et al. 2021), definir la sobrecarga en términos clínicamente relevantes ha sido difícil, tanto como estudiar su impacto y consecuencias reales.
Cuando se trata de un problema mal definido, siempre es un buen comienzo desglosarlo en todos sus componentes fundamentales. Por lo que se refiere a la función, tenemos las fuerzas oclusales que se miden en Newtons. Podemos suponer que estas fuerzas pueden considerarse "carga excesiva" si superan un determinado umbral. Además del valor real en Newtons, otros parámetros de la fuerza podrían ser muy importantes, como la frecuencia y la dirección, que también podrían ser perjudiciales si son diferentes de los que el sistema está diseñado para resistir. Dichos parámetros pueden describirse como “carga adversa” y podrían aparecer en condiciones como el bruxismo y las parafunciones.
Por lo que se refiere al implante, el receptor de las fuerzas es un sistema biomecánico complejo. Este sistema incluye diferentes componentes del complejo implante-pilar-prótesis, con combinaciones de materiales, diferentes diseños y especificaciones. Estos componentes están integrados o soportados por tejido humano vivo, mineralizado y no mineralizado, que puede estar sano o presentar una amplia gama de condiciones patológicas como la osteopenia u osteoporosis. No hay que olvidar la presencia constante de biofilm en este sistema, que puede influir significativamente en el estado del tejido periimplantario, pero también puede afectar a los componentes mecánicos en determinadas circunstancias.
Teniendo en cuenta esta complejidad, la pregunta que hay que formular es: ¿Puede una carga excesiva o adversa afectar el éxito de los implantes y de qué modo?. La respuesta podría ser compleja.
Ya desde el principio tenemos que admitir que nos enfrentamos a un rompecabezas desafiante, ya que la cuestión de fondo se ve comprometida por el hecho de que hay muy poco que nos ayude a definir qué es "excesivo" para el complejo sistema biomecánico de un implante. Las fuerzas de mordida pueden variar mucho entre individuos, siendo el género, el origen étnico y la edad algunos de los parámetros que afectan a la magnitud de las fuerzas de masticación (Peyron et al., 2004; Peyron et al., 2017). En consecuencia, los márgenes de lo "adverso" son muy difíciles de definir para un tejido vivo como el hueso, que ha evolucionado para adoptar su propia estructura a los estímulos reales de las fuerzas funcionales. Todo lo que podemos hacer es echar un vistazo crítico a las connclusiones actuales, teniendo que aceptar que solo se pueden comprender algunos aspectos de esta ecuación, mientras que otros pueden permanecer imprecisos, al menos hasta que haya más evidencia disponible. Si bien es un hecho que los componentes mecánicos del implante y el tejido están íntimamente relacionados, a efectos de la revisión de la literatura quizás debamos abordarlos de manera independiente.